La ida.

 El 12 de octubre de 2015 era el gran día, estaba en Ezeiza saliendo para Frankfurt (Alemania), donde tomaría otro avión hasta Innsbruck (Austria), ahí me estaba esperando mi abuela para que pasáramos un mes juntas en su país natal.

 Después de despedirme de mi familia, pase por el control y por migraciones y me fui directo a la puerta de embarque y arriba del avión. Estaba muy contenta por que tenía tres asientos para mi sola, ¡no iba tener que tener a un desconocido sentado al lado por trece horas! El paisaje que se veía por la ventana era realmente alucinante.
Miré algunas películas, pero cuando ya había visto todas las que me podrían interesar, todavía faltaban seis horas de viaje. Intenté dormir, pero era imposible, así que seguí viendo películas, por mas aburrimiento que me causaran. Faltando tres horas para que termine el viaje, un hombre musulmán se acercó a mi fila y me hizo señas a ver si se podía sentar en el último asiento de mi fila, que estaba totalmente desocupada. Obviamente le dije que si, pero ni bien se sentó se durmió, y a mi me dieron ganas de ir al baño. ¡No sabia que hacer! No me animaba a pasar por encima del señor, ¿y si se despertaba justo cuando estaba tratando de pasar? No, ni loca. Después de una hora, el musulmán abrió un poquito los ojos, y al instante le pedí se por favor me dejaba pasar para que fuera al baño. Cuando llegue a la puerta, no entendía como abrirla y estuve un buen rato hasta que una azafata vió que estaba sacudiendo la puerta y me ayudo. Terminé volviendo a mi asiento cuando faltaban cuarenta y cinco minutos para que empezara el aterrizaje. Miré por mi ventana y pude ver la hermosa ciudad de Frankfurt.
 Luego del aterrizaje, venía la parte difícil, el aeropuerto al que estaba por entrar estaba en el puesto número doce de los aeropuerto más grandes de todo el mundo. Y tenía una hora para llegar a mi puerta de embarque. Fui siguiendo los carteles y preguntando a las distintas personas para llegar y ver que habían cambiado la puerta. Por suerte, la nueva ubicación estaba en el mismo sector que la anterior y pude llegar un diez minutos de sobra. El avión para llegar a Instrucción era mucho más chico que el anterior y después de una hora... ¡había llegado a destino!

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